Este día celebramos la Epifanía de Jesús, tiempo de manifestación y de encuentro. Jesús se manifiesta a la humanidad, en lo sencillo y humilde, los reyes magos de oriente salen a adorarlo, salen a su encuentro.
En esta celebración estamos llamados a dejarnos sorprender, interpelar, mirar más allá de las apariencias, ser signos de Dios en lo pequeño, en lo sencillo, en nuestras relaciones interpersonales que sanan y hacen crecer a los demás, que apuestan a hacer nuevas todas las cosas, sorprenderse y actuar creativamente, para hacer de este mundo algo mejor.
La epifanía es una llamada al discernimiento, para descubrir los pequeños signos de la presencia de Dios entre nosotros, vislumbrar la luz de esa estrella que nos manifiesta la esperanza en medio de caminos insospechados, donde no vemos luz.
Nos dice José Antonio Pagola: “El relato es desconcertante. A este Dios, escondido en la fragilidad humana, no lo encuentran los que viven instalados en el poder o encerrados en la seguridad religiosa. Se les revela a quienes, guiados por pequeñas luces, buscan incansablemente una esperanza para el ser humano en la ternura y la pobreza de la vida.”
Abramos nuestra mirada a la novedad de las pequeñas luces del camino, luces muchas veces tenues e inesperadas, llenas de esperanza y de apertura a nuevos caminos.
Dejemos falsas seguridades y abramos nuestra vida a la novedad que nos da Jesús de Nazaret, presente en los márgenes de la historia, en la periferia, en lo pequeño y sencillo, en lo que cuestiona y hace nuevas todas las cosas.
Vivamos comprometidos con el otro y otra en la historia, en la sencillez y cotidianidad, en la apuesta a proyectos comunes, haciendo presente un mundo mejor aquí y ahora.
Carmen Bravo, Pastoral Universitaria
Deja un comentario