Fiesta del bautismo de Jesús
El bautismo de Jesús es un momento muy importante en la tradición cristiana, testificado en los tres evangelios sinópticos: Mateo, Marcos y Lucas. Este acto simboliza el comienzo de su ministerio público y refleja su humildad y obediencia a la voluntad del Padre. Según el relato bíblico, Jesús acudió al río Jordán para ser bautizado por Juan el Bautista, quien predicaba un bautismo de arrepentimiento y anunciaba la llegada del Reino de Dios.
Cuando Jesús se acercó a Juan para ser bautizado, este se mostró sorprendido y dijo que él era quien necesitaba ser bautizado por Jesús. Sin embargo, Jesús le respondió: “Deja que sea así por ahora, pues conviene que cumplamos con toda justicia” (Mt 3,15). De este modo, Jesús demostró su disposición a identificarse con la humanidad y su compromiso con el plan divino.
Al ser sumergido en las aguas del Jordán, ocurrió un acontecimiento extraordinario: el cielo se abrió, el Espíritu Santo descendió sobre Jesús en forma de paloma y se escuchó una voz celestial que decía: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco” (Mt 3,17). Este momento subraya la identidad divina de Jesús y su misión redentora.
El bautismo de Jesús tiene un profundo significado espiritual. Aunque Jesús no tenía pecado, se sometió a ser bautizado como un acto de solidaridad con los pecadores y como ejemplo de obediencia a Dios. De modo que asume en sí mismo el pecado del mundo, para llevarlo más adelante al madero de la cruz. Además, el bautismo de Jesús marca la revelación de la Trinidad: el Padre que habla desde el cielo, el Hijo que es bautizado y el Espíritu Santo que desciende como paloma.
En la vida cristiana, el bautismo, recibido en el agua y el Espíritu, simboliza el inicio de una nueva vida en Cristo, el perdón de los pecados y la unión con Dios. Así, el bautismo de Jesús inspira a los creyentes a seguir su ejemplo de fe, humildad y obediencia a la voluntad divina.
Pbro. Josué Bernal Moreira.
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